Misión y finalidad

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén ha recibido del Santo Padre la misión especial de reforzar la práctica de la vida cristiana entre sus miembros y de ayudar al mantenimiento de la presencia cristiana en Tierra Santa.

Se puede decir que el Papa le ha devuelto a la Orden su función primitiva, pero con una gran diferencia, que los medios no son ahora la fuerza de las armas, sino la ayuda fraternal a los cristianos de Tierra Santa. Espiritualmente somos todavía los Caballeros del Santo Sepulcro.

Los miembros de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén están invitados a ejercer actividades específicas, que engloban la educación, la difusión de información reforzando la conciencia pública, las iniciativas a favor del reconocimiento y de la defensa de la dignidad humana de cada persona, el respeto de los derechos fundamentales e inalienables del hombre, la igualdad de todos ante la ley, la libertad, la ausencia de discriminación, la seguridad, el desarrollo humano, así como una calidad de vida justa.

Por todo ello, la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, tiene por objeto:

1. La renuncia personal a través de la autodisciplina, el testimonio de la propia fe y el celo por el bien. Este compromiso requiere el cultivo de una actitud interior de desprendimiento, de un deseo de subordinar los intereses personales a las necesidades de los demás y al bien común, y una gran generosidad en el uso de los propios recursos materiales y espirituales, talentos, influencia, tiempo y energía en favor del prójimo.

 

2. La generosidad en línea con el mandato conferido a la Orden, que exige a sus miembros la tarea de extender su ayuda a los más vulnerables y desafortunados y, en particular, en el ejercicio de la solidaridad en favor de las poblaciones de Tierra Santa. Esto implica el apoyo material, moral y espiritual a las personas en estado de necesidad y que no pueden hacer oír su voz o están privadas de los medios para defenderse a sí mismas y sus derechos.

 

3. El coraje para luchar por la justicia y la paz. La práctica de esta virtud implica la adopción de iniciativas en el ámbito de la formación a todos los niveles y la voluntad de proporcionar todo el apoyo posible para el reconocimiento y respeto de la dignidad y los derechos humanos de las personas, en particular la libertad de religión y de culto y la igualdad ante la ley, así como una razonable seguridad de vida para todos los habitantes de Tierra Santa.

 

4. La solidaridad a través de la oración y la ayuda generosa de sus miembros. Se ejerce principalmente ayudando al Patriarcado latino de Jerusalén y contribuye al sostenimiento financiero de instituciones religiosas, caritativas, culturales y sociales, así como de las actividades propias de la Iglesia Católica en Tierra Santa. La Orden colabora con las Iglesias particulares en las que está presente.

 

5. La atención a la presencia cristiana en Tierra Santa; este compromiso incluye tanto la defensa de la Iglesia in loco, mediante contribuciones financieras en favor de los Santos Lugares, como la supervivencia y continuidad de las comunidades cristianas. Este compromiso debe desarrollar asimismo la oración y la acción para fomentar la comprensión mutua entre los pueblos, el diálogo, el perdón, la reconciliación y otros valores fundamentales que son los presupuestos necesarios para la coexistencia pacífica de todos los pueblos de Tierra Santa.

 

6. La implicación de los miembros de la Orden. Conlleva la obligación de comprometerse y participar, con entusiasmo y generosidad, en las actividades en el campo de la caridad, la evangelización y el ecumenismo promovidas por las Iglesias particulares. Los miembros deben ser conscientes del significado espiritual y eclesial de su pertenencia a la Orden y ser testigos de los vínculos, no sólo con la Iglesia universal y Tierra Santa, sino también con las diócesis y parroquias a las que pertenecen.

 

7. La colaboración con otras entidades y organizaciones, religiosas o seculares, que comparten fines y objetivos análogos en Tierra Santa. Los miembros de la Orden tratan de llamar la atención de los católicos, los demás cristianos, las personas pertenecientes a otras religiones y los hombres de buena voluntad de todo el mundo sobre las obras de beneficencia en las que la Orden está comprometida en Tierra Santa, así como sobre la promoción de la unidad entre cristianos y sobre la comprensión y colaboración interreligiosa.