Historia de la Orden

En la historia de nuestra Orden se pueden distinguir distintas fases perfectamente diferenciadas, aunque manteniendo siempre un estrecho vínculo de unión entre ellas.

Fase Canonical de la Orden (326/1099)

Se inicia gracias a la devoción que santa Elena, madre del emperador Constantino ‘El Magno’ e instaurador del cristianismo en el Imperio Romano, tenía por los Santos Lugares. En el año 326 viajó a Jerusalén realizando excavaciones hasta encontrar el Gólgota y el Santo Sepulcro. En su lugar mandó levantar el templo de la Anástasis o Gloriosa Resurrección y encargó a un grupo de canónigos que realizaran los oficios religiosos en el mismo. Surgen así los primeros canónigos sepulcristas, encargados de acoger a los peregrinos que se dirigían a Jerusalén.

En el año 638, Jerusalén fue tomada, aunque se pudo continuar con el culto y las peregrinaciones. A principios del siglo XI, los turcos gobernaron Jerusalén, persiguiendo a los cristianos e impidiendo todo tipo de peregrinación. Solamente los ortodoxos fueron autorizados a permanecer en Jerusalén, pero sometidos a múltiples abusos. Ante esta amenaza, el emperador bizantino pidió ayuda al papa Urbano II y éste decidió convocar un concilio en Clermont Ferrand (1055), acudiendo gran número de caballeros, que, al grito «Deus lo Vult», decidieron tomar la cruz convirtiéndose así en la I Peregrinación Armada o Cruzada, y partir a Tierra Santa. Después de cuatro años de confrontación con los musulmanes consiguieron recuperar Jerusalén en el año 1099.

Historia de la Orden del Santo Sepulcro fase_canonica

Fase Heroica de la Orden (1099/1291)

Tras la conquista de la Ciudad Santa, Godofredo de Bouillón restauró el culto, sustituyendo a los canónigos ortodoxos, al considerarlos cismáticos, por canónigos latinos. Encargó a un grupo de caballeros la protección del templo, surgiendo así los primeros caballeros sepulcristas, así llamados por haber sido investidos por el Patriarca Latino de Jerusalén ante el Santo Sepulcro y que constituían una guardia noble que velaba con sus armas noche y día. Protegían las murallas de Jerusalén y acompañaban a sus reyes en todas sus batallas, custodiando la Sagrada Cruz.

Historia de la Orden del Santo Sepulcro fase_heroica
Historia de la Orden del Santo Sepulcro custodio_franciscano

El rey Balduino I les da unos ‘Asisses’ o ‘Estatutos’. Surge así una orden caballeresca que reza y que combate. Dependen en lo militar del rey de Jerusalén, su gran maestre, con la obligación de mantener 500 guerreros en armas, y en lo religioso del patriarca latino de Jerusalén. Se extienden por Europa: España, Francia, Inglaterra, Alemania e Italia, en donde fundan grandes prioratos para captar ayudas y caballeros para Tierra Santa. Los reyes europeos reconocen su importancia y conceden su favor y ayuda a la Orden. Alfonso I de Aragón en su testamento (1131) deja sus reinos a las diferentes ordenes de caballería, entre ellos los caballeros sepulcristas.

En el año 1187 Saladino derrotó al ejército cristiano en Hattin y días después tomó Jerusalén, que ya nunca más volvería a ser recuperada. Los caballeros sepulcristas fueron los más afectados por la pérdida de Jerusalén, pues hubieron de abandonar la guardia que hacían del Santo Sepulcro, sin tener otra base a donde replegarse.

En el año 1229, los franciscanos logran permiso para entrar en Jerusalén y realizar el culto ante el Santo Sepulcro. Los ocupantes islámicos autorizan que se reanuden las peregrinaciones y los cruzamientos se realizarán por el Custodio franciscano, que inviste a los peregrinos nobles que llegan ante el Santo Sepulcro como nuevos caballeros sepulcristas. En el año 1281 se pierde San Juan de Acre, último bastión cristiano en Palestina, con lo que finaliza el Reino latino de Jerusalén y las órdenes militares se repliegan a Europa.

Fase de Dispersión de la Orden (1291/1489)

La Orden sepulcrista se fragmenta y se repliega a Europa. Los caballeros, al regresar a sus lugares de origen, se encuentran dispersos y desorientados, sin un jefe que gobierne la orden; aunque formaban una gran confraternidad agrupada en siete lenguas, con sede cada una de ellas en un gran priorato, prácticamente autónomos unos de otros. De ellos había dos en España; el Gran Priorato de Calatayud, cuya influencia se extendía sobre toda la Corona aragonesa, y el Gran Priorato de Santa María de Palacio (Logroño), cuya influencia se extendía sobre los reinos de Castilla, Portugal y Navarra.

En 1489, Inocencio VIII anexiona nuestra Orden a la de San Juan de Jerusalén, mediante la Bula «Cum Solerti Meditatione», a fin de aunar esfuerzos y preparar una nueva cruzada, dirigida por el maestre de dicha orden, que no llegó a realizarse. Solo se libran de esta unión los caballeros aragoneses, gracias a el rey Fernando El Católico, que obtiene del papa Alejandro VI la liberación de los mismos, colocándolos bajo la protección del Soberano Pontífice y del rey de Aragón. Así, durante unos años, la Orden solo sobrevive en España, hasta que, en 1513, el papa León XIII anuló dicha bula, separando a los caballeros sepulcristas de los de Malta.

Historia de la Orden del Santo Sepulcro fase_dispersion

Fase de Peregrinación de la Orden (1513/1847)

Historia de la Orden del Santo Sepulcro fase_peregrinacion

El papa León XIII anexionó a los caballeros sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden ecuestre y pontificia. El Romano Pontífice se aseguró para él y sus sucesores el gran maestrazgo de la Orden. Facultó al Guardián del Santo Sepulcro para conferir en exclusiva la Orden a los caballeros, de noble linaje, que peregrinaran a Tierra Santa. Estos juraban lealtad al Papa si se declarara una nueva Cruzada. A lo largo de los siglos, se ha conservado el Libro de Oro de la Sagrada Orden Militar Jerosolimitana del Santo Sepulcro.  En este, y cronológicamente por mes y año, se recogen los nombres, condición y procedencia de los caballeros armados por los Guardianes del Santo Sepulcro, Custodios de Tierra Santa, de la Orden de Menores de San Francisco, desde el año 1561 a 1848.

Con el devenir de los años, la Orden recuperó su esplendor y los monarcas europeos se disputaron su maestrazgo. Felipe II lo reclamó para sí en 1558, Luis XIV de Francia en 1700, Carlos IV y Napoleón en 1807 y Luis XVIII en 1818. Pero la Santa Sede no lo permitió, conservando de esa manera el título de orden pontificia.

En el año 1847, se firma el concordato entre la Santa Sede y el Imperio Otomano, poniendo así fin a siglos de guerra.

Fase Protectora de la Orden (desde 1847)

El papa Pío IX restauró el Patriarcado Latino de Jerusalén, mediante el Breve ‘Nulla Celebrior’, nombrando un Patriarca para que residiera en Jerusalén y se ocupara de los católicos que residían en Palestina, Transjordania y Chipre (56.000 km2), en donde vivían unos 6.000 católicos de rito latino, más otros 1.000 católicos de rito oriental.

Con el restablecimiento del Patriarcado Latino de Jerusalén y la reorganización de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, mediante las Letras Apostólicas «Cum multa» del papa Pío IX, de 22 de enero de 1868, el Patriarca se convirtió en el Gran Maestre de la Orden y esta pasó a tener un protector inmediato bajo la autoridad de la Santa Sede. Se reconocía expresamente la gran antigüedad de la Orden y se le encargaba proteger y sostener económicamente al Patriarcado Latino de Jerusalén.

Historia de la Orden del Santo Sepulcro fase_protectora

Firmada la paz con el Imperio Otomano, tras siglos de enfrentamiento, ya no hacía falta pensar en nuevas cruzadas que realizar. La Orden debía extenderse no solo por Europa, sino por todo el mundo, permitiéndose que los nuevos cruzamientos pudieran celebrarse en los lugares de origen de los caballeros y que, en ellos, pudieran organizarse como antaño bajo la doble autoridad de un Lugarteniente y un Gran Prior.

En España, desde sus inicios en el siglo XII, la Orden siempre ha estado presente, incluso durante los azarosos tiempos en que por la bula de Inocencio VIII estuvo a punto de desaparecer. Caso único en todo el mundo. En el Libro de Oro de la Custodia Franciscana (XIV/XIX), aparecen inscritos como cruzados ante el Santo Sepulcro multitud de caballeros españoles.

En el año 1874, se reorganizó el Capítulo de Caballeros sepulcristas españoles, radicado en Madrid, y se crearon cuatro capítulos regionales:  Barcelona (1892), Manila (1894), La Habana (1894) y Valencia (1906). El 22 de diciembre de 1906, a petición de los Capítulos españoles, el rey Don Alfonso XIII, como rey de Jerusalén, se dignó aceptar el título de Gran Bailío Protector de la Orden en España. En tal concepto, presidiría los Capítulos que la Orden celebrara, delegando su representación cuando no pudiera hacerlo personalmente, como en otro tiempo lo hizo el gran monarca Felipe II. Al mismo tiempo, se modificaron los estatutos declarando «nobles» a los capítulos españoles. En dicha modificación, se reconoció que para ingresar era preciso presentar pruebas de nobleza de sangre, al modo de las órdenes militares españolas. Si bien hoy en día la Orden se encuentra establecida en numerosos países en los que no existe tradición nobiliaria alguna, la exigencia de nobleza se ha transformado en requerir la excelencia del candidato.

En 1878, el papa León XIII aprueba la decisión del Patriarca de aceptar a damas como miembros de la Orden.

 

En 1907, el papa san Pío X se convirtió en Gran Maestre y el Patriarca Latino en Gran Pior. En 1928, este se convirtió en el Gran Maestre. En 1940, el papa Pío XII dio a la Orden un nuevo estatuto y nombró como protector a un cardenal. En 1949, el cardenal protector se convirtió en Gran Maestre y el Patriarca Latino en Gran Prior.

Historia de la Orden del Santo Sepulcro deus_lo_vult

El Tercer Milenio

La misión específica asignada a la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén por el Santo Padre Francisco, que sigue la senda de los papas san Pablo VI y san Juan Pablo II,  es mantener vivo, en el seno de la comunidad eclesial, el celo por la Tierra de Jesús y apoyar a la Iglesia Católica y la presencia cristiana en ella.

 

En la actualidad, la Orden cuenta con unos 30.000 miembros repartidos en más de 60 Lugartenencias y Delegaciones magistrales, en casi 40 países.  A través de sus miembros, se compromete en la práctica de las virtudes evangélicas.

 

Por su naturaleza y objetivos estrictamente religiosos y caritativos, la Orden es ajena a todo movimiento o manifestación de carácter político. Los miembros de la Orden no pueden tomar parte en actividades de entidades, organizaciones y asociaciones cuyo carácter, objetivos y programas sean contrarios a la doctrina y enseñanzas de la Iglesia Católica ni pertenecer a supuestas Órdenes e Instituciones de carácter pretendidamente caballeresco, no reconocidas por la Santa Sede o no concedidas por Estados Soberanos.

 

La ayuda económica a la que los miembros de la Orden se comprometen representa una de las principales fuentes de ingreso del Patriarcado Latino de Jersualén, que cuenta con 60 parroquias, 40 colegios con unos 20.000 estudiantes, y más de 180.000 fieles, que se distribuyen entre Jordania, Palestina, Israel y Chipre. La Orden del Santo Sepulcro aporta, hoy, 15 millones de euros al año.

OCSSJ Calatayud

Desde un punto de vista jurídico, la Orden es una persona de derecho canónico, según las cartas apostólicas del papa Pío XII, de 14 de septiembre de 1949, y del papa san Juan XXIII, de 8 de diciembre de 1962; es también una persona vaticana, según el rescripto del papa san Juan Pablo II, de 1 de febrero de 1996; y es también, por su actividad, un ente central de la Iglesia, es decir, forma parte de la Curia Romana, de acuerdo el Estatuto de la Orden, de 11 de mayo de 2020, aprobado por el papa Francisco.

 

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