Testimonio sobre el Voluntariado 2022 de su responsable

Acompañamos el testimonio de la Dama de encomienda con placa Ilma. Sra. D.ª María José Fernández y Martín, responsable del Voluntariado de la Lugartenencia en Tierra Santa, tras la finalización de su segunda convocatoria y que ha dirigido a S. E. el Lugarteniente Caballero de gran cruz D. José Carlos Sanjuán y Monforte.

Te anticipo, como habrás podido ir comprobando, que ha sido un grupo de voluntarios excepcional. No solo por su entrega y su generosidad, que sido muchísima, sino también por el amor que han derrochado con todo el mundo en la Tierra Santa. No ha habido lugar por el que hayamos pasado que no haya sentido que estábamos en una misión de ayuda, apoyo y fraternidad evangélica. Todos, empezando por el capellán, han dado un testimonio altísimo de la Orden y de su carisma y han dejado la marca «España» donde todo buen español quisiera ponerla.

No sé cómo transmitirte el orgullo que siento y la felicidad por haber podido ser el hilo conductor operativo del grupo. Un grupo con una gran personalidad y fuerza puestas al servicio del bien y de la entrega a la Iglesia madre de Tierra Santa.

Con personas así, la Orden puede estar segura de que su fortaleza no duerme, está en y para servicio de aquello que los Pontífices le tienen encomendado. Pensarás que mi testimonio es un poco exaltado, pero ni te imaginas el buen trabajo realizado y cómo se nos ha agradecido el poco bien que hemos dejado tras nuestro paso; pero que, en Tierra Santa, ha sido mucho.

Es verdad que hemos sido unos privilegiados. Durante los últimos tres años el Huerto Sacro de Getsemaní sólo se había abierto una vez por petición expresa del presidente de Colombia en visita oficial. Nosotros hemos podido acceder y hemos trabajado durante cuatro jornadas, limpiando cada centímetro de esta bendita tierra. Hemos limpiado cada palmo de su superficie con tanto cuidado y respeto que ha quedado como en su momento mejor. Fray Benito, después de ver nuestro trabajo y con el cuidado y delicadeza realizado, nos confiaba sus llaves, sabiendo que estaban en buenas manos. Hemos sido unos auténticos privilegiados. Las labores de vigilancia en Getsemaní nos han permitido dar apoyo y servicio no sólo a la basílica, sino también a los peregrinos que pedían información, asistencia o simplemente orientación para su visita. La Gruta del Prendimiento también quedó limpia y en servicio gracias al grupo de voluntarios.

El Santuario de Betfagé también fue atendido y, aunque no pudimos terminarlo por falta de tiempo, sí conseguimos un resultado bueno para la jornada de desbroce y limpieza del sitio arqueológico anexo al convento.

De Belén y el trabajo realizado es difícil hablar sin emocionarse; porque allí empezamos y allí pusimos lo mejor de nosotros mismos con los niños más necesitados del Verbo Encarnado y de la Crèche. No te puedes imaginar con cuánto amor y delicadeza hemos pasado por esos lugares. Es cierto que el tiempo fue corto, pero tan intenso, que el pago en la gratitud de las miradas ha sido maravilloso y las hermanas de ambos lugares han quedado sorprendidas por nuestra forma de trabajar y amar. No ha habido cansancio que nos parara, ni tarea que nos detuviera. El proyecto en sí fue prácticamente completado en tiempo récord.

Nuestro paso por el Patriarcado y la Custodia reflejan que ambas autoridades estaban al tanto de nosotros. El Patriarca cambió su cita para poder recibirnos, justo después de volver de un viaje urgente a Roma. Fue muy cercano y próximo con nuestro grupo, imponiendo las conchas de peregrino a nuestros dos campeones, el páter Francisco Javier Boada y el capitán Álvaro González, dos personas excepcionales en este voluntariado de las que la Lugartenencia puede sentirse muy orgullosa por su comportamiento ejemplar y su entusiasmo en cada acción emprendida.

Abrir camino de trabajo en la Custodia y los santuarios ha sido también una importantísima labor. Cierto es que el impulso de esta vía de trabajo se la debemos a la mediación de fray Aquilino Castillo, quien ha sido nuestro valedor en la Custodia. Sin su mano y sin su apoyo, difícilmente habríamos podido entrar y pasar por los santuarios. Por eso debemos estarle profundamente agradecidos. Luego, nuestra respuesta a su confianza ha hecho lo demás y creo pensar, sin miedo a equivocarme, que el voluntariado de la Lugartenencia ha dejado abierta las puertas de la Custodia para futuras convocatorias.

Gracias, señor Lugarteniente, querido José Carlos, por haber confiado en mí para este trabajo. Es un grandísimo honor y un privilegio ser la responsable de este grupo de voluntariado.